Estoy metida en un foro y en uno de los temas colocarón esta pregunta:
Se supone que es un Test de la imaginación y nada más leer esa pregunta a mí se me ocurrió esto a ver que os parece a vosotros:
Se supone que es un Test de la imaginación y nada más leer esa pregunta a mí se me ocurrió esto a ver que os parece a vosotros:
¿Por qué los unicornios tienen un cuerno en la frente?
Las historias contadas de unos a otros hablan de las propiedades mágicas de tan extraordinarios seres. Más en toda criatura, ya sea hermosa, bondadosa, incluso aparentemente inocente, existe un poco de maldad. Es cierto que muchos queramos hacerla desaparecer pero lo máximo que logramos es esconderla y jamás del todo, por lo que tan solo podemos convivir con ella, mantenerla estrechamente vigilada y controlarla para que no surja y haga de las suyas. Los unicornios, criaturas llenas de magia, no son diferentes al resto en ese aspecto y es por ello que estoy aquí, para contaros el porqué de su cuerno.
Hace mucho, mucho tiempo, antes de que los humanos decidieran que los caballos podían formar parte de sus vidas, como algo más que simples criaturas admiradas, una niña decidió incumplir las leyes de sus iguales y tratar por todos los medios de acercarse a uno de ellos. Las leyes de su pueblo dictaban que el bosque estaba prohibido completamente para cualquiera de la raza humana, por ser su habitad preferido.
La pequeña, que había crecido con las historias contadas por su padre sobre los siempre libres e indomables animales, capaces de saltar distancias increíbles, de detectar a los humanos en tan solo unos segundos, pero imposibilitados de comprender cuando se necesitaba su ayuda, siendo meros espectadores cuando su padre cayó fulminado a los pies de uno que se había acercado lo suficiente a la frontera entre el valle y el bosque.
La niña, Ilenia que así se llamaba, habiendo perdido a su padre días atrás, llevándose más por la curiosidad que por la desobediencia, en un principio, caminó entre la línea invisible que separaba ambos mundos, sus paseos fueron diarios y constantes más no contó con suerte y cansada de no localizarlos, al cuarto día, decidió arriesgarse un poco más y en esta ocasión respaldada quizás por la noche y su manto de oscuridad pensó que nadie ni nada la podrían encontrar o pillar en tal infracción, por lo que con ella de aliada, se adentró en el bosque prohibido.
Una vez respaldada por los árboles, caminó con cautela, no había esperado que la oscuridad, además de aliada podía ser traicionera, no veía nada en absoluto por lo que sus pasos era indecisos y más escandalosos de lo que ella hubiese deseado, delatándola ante todas las criaturas que hubiese cerca.
Con lentitud llegó a un hermoso lago en el que la Luna había conseguido esquivar las hojas de los árboles y se había abierto paso para poder iluminarlo. En el centro, un caballo blanco y hermoso se encontraba bebiendo y disfrutando de la cálida luz que la Luna había querido trasmitirle.
La inocente Ilenia dejándose llevar por el hermoso hechizo que la imagen le había trasmitido, con ropa incluida, se adentró en las traicioneras aguas, la pequeña, inocente y confiada, no sabía nadar, de hecho, ni siquiera sospechaba que el agua podía suponer un peligro para ella.
La criatura se percató enseguida de su presencia, más ellos a pesar de tener miedo de los humanos también sentían una inmensa curiosidad, en especial este ejemplar, al cual Ilenia no pudo evitar reconocer como el que estaba presente en la muerte de su padre.
Ilenia con sus ojos cargados de lágrimas y feliz de poder contemplarlo, siguió caminando hacia él sin dudarlo un segundo, sentía que portaba algo de su padre, un poco de su alma quizás, no sabía el qué pero ella sabía, que si se acercaba, podría estar cerca de él un poco más.
El caballo, a pesar de su curiosidad, no deseaba que se le acercara y el miedo pudo más que cualquier otro deseo, por lo que llevado por él, caminó unos pasos alejándose, aún a sabiendas de que el lago era profundo en la zona en la que él se encontraba y que si él podía caminar tranquilamente, era única y exclusivamente porque los dioses Sol y Luna le habían otorgado esos poderes especiales, más a esa niña no.
Si la Luna no intervenía para ayudarla, él no lo haría, no era una criatura divina enviada para ayudar a nadie, sino por el contrario, para ser adorada casi como una divinidad. Es más, él, era consciente de que si la tocaba, sus poderes especiales le serían trasferidos a ella y no estaba dispuesto a traspasar lo que le pertenecía a él por derecho, por nacimiento. Si esa niña estuviese destinada a ellos, la Luna y el Sol la habrían creado como una de los suyos y no como una simple humana.
Lo que el caballo desconocía, era la fuerza que impulsaba a Ilenia a acercarse a él, el deseo de poder ver a su padre una vez más, la sospecha de que solo con tocar uno de sus cabellos podría hacerse con una imagen de su ser más preciado tan nítida y poderosa, que ni el paso del tiempo podría borrar, no como acabaría por suceder con sus pobres recuerdos de simple, pequeña y vulgar humana que no retendría mucho las cosas preciadas que él le había enseñado. Ella necesitaba rozarlo para poder resguardarlos a salvo.
Llevada por esa certeza que la Luna le había trasmitido con su luz, Ilenia siguió caminando sin saber su terrible destino. Poco a poco y sin percatarse, comenzó a ser cubierta por el peligroso manto del agua, ella desconocía el hecho de que si intentaba respirar estando bajo él su cuerpecito, empezando por sus pulmones, se podían inundar e ir impidiendo así que pudiera respirar el aire que les era tan necesario para subsistir.
El hermoso caballo, al ver la escena, se dispuso a marcharse sin intentar acercarse para ayudarla, ya que si lo hacía lo más seguro es que sería desterrado de los suyos y no estaba dispuesto a renunciar a todo por ella. Egoísta, sin duda, pero práctico, para no pasar un futuro tachado de traidor y desterrado.
Ya en la otra orilla del lago decidió girarse para contemplar por última vez a la niña pues, antes de girarse, los ojos negros de ella se habían fijado en los suyos un segundo que bastó para que se le grabaran a él en lo más profundo.
Al hacerlo, se quedó estático al contemplar a nada más y nada menos que la Diosa Luna, con los ojos inundados en lágrimas y con la pequeña niña muerta en sus brazos:
—O criatura inocente de mi amado Sol, criatura curiosa y radiante que tan solo has seguido los designios de una diosa amante de sus propias criaturas. Perdón por tan triste final que te ha brindado uno de los míos.
El caballo algo trastornado se acercó a su diosa dudoso, una vez a su lado agachó la cabeza en gesto de sumisión, al levantar su mirada pero no su cabeza, hacia su diosa esta entendió que le pedía una explicación ante sus crueles palabras para con él:
—¿Aún preguntas criatura?, ¿Aun cuando ves a esta pobre niña inerte en mis brazos, cuando tú, solo tendrías que haberte acercado a ella, para que te agarrara y así poder salvarse de las garras de la muerte?
El caballo acercó su cabeza hacía la mano helada de la niña y seguidamente hacía su diosa:
—Eso no es cierto, criatura mía. Vosotros estáis en este mundo para administrar la magia, para elegir a los que son dignos de recibirla. Vosotros, hijos míos, estabais aquí para otorgar un don, no para propagar muerte como ya has hecho dos veces. —El caballo aun sin comprender pues no era eso lo que le habían inculcado desde su nacimiento, retrocedió unos pasos de ellas asustado por esas palabras.—Nunca preguntasteis, tan solo asumisteis y por ello ahora ella está muerta en mis brazos. Más no es tanto por la ignorancia como por el egoísmo y tú propio bienestar.
El caballo relinchó ferozmente reclamando a su manera el destierro de haberla tocado:
—Más no estarías solo, esta criatura creada por mi amado Sol nunca te habría abandonado. Nunca te habría dejado a tu suerte tal y como tú sí has hecho, más tú pecado es peor que el de otros. Cuando abandonaste al padre no intervine, no podía leer en su corazón las intenciones que lo llevaban a acercarse a ti y por ello te protegí. Más las intenciones de ella eran diferentes y leíbles en sus hermosos ojos, tú mismo debiste poder verlos y aun así los ignoraste por tú propio bien.
Es por ello que serás castigado. Temes el destierro y ese será el castigo infringido por mí, y para que nadie dude de mis designios es que te marcaré como una criatura diferente al resto. Conservarás tu tan preciado don, no te lo quitaré, sin embargo serás condenado a vagar en soledad y perseguido, ya que propagaré que aquel que tenga el cuerno en la frente es el trasmisor de tremendo poder.
El caballo asustado comenzó a correr alejándose así de la niña y de la diosa Luna, pero nunca de su castigo y mientras se alejaba en su frente iba apareciendo el cuerno que acabaría por sellar su destino. Cansado de su carrera y quizás deseoso de perder los ojos negros cargados de ilusión de Ilenia, que se habían grabado en él, regresó al lago.
En este se encontró ni más ni menos que el cuerpo de la pequeña arropado por hermosas flores, curioso se acercó a ella, sin sospechar que ya tenía en su frente el cuerno reflejo de su castigo.
Tal y como la diosa Luna había advertido, en la mente de todas las criaturas que poblaban la tierra y que descansaban en un profundo sueño, gracias a Morfeo, se instaló la creencia de que un hermoso caballo, con un cuerno en la frente, trasmitía un don invaluable y su nombre sería a partir de ese momento Unicornio.
El unicornio, llevado por el remordimiento de lo que había provocado, se acercó a la frente de la pequeña y la rozó con su cuerno. De un momento a otro la respiración
de la niña regresó, una hermosa luz la envolvió y un calor casi ardiente emanaba de su pequeño cuerpo.
Cuando consiguió restablecerse, Ilenia fijó sus ojos en el caballo ante ella quedándose anonadada y no pudo evitar sonreír ladeadamente al apreciar las lágrimas que resbalaban por las mejillas de él.
Alargó su pequeña mano hasta su mejilla y susurró:
—Mi nombre es Ilenia y a partir de ahora yo te protegeré de todos los que te quieran herir o coger. Juntos seguiremos adelante y tan solo aquellos que tú, desees se te acercarán.
El unicornio, agradecido por esas palabras, se acercó a un tronco de madera del suelo y también lo toco con su cuerno, le hizo un gesto a la pequeña para que lo recogiera y después se tumbó en el suelo ofreciéndole a ella subir en él.
Ilenia, sabiéndose salvada de las garras de la muerte, desterrada por desobedecer sus leyes y por ser bendecida con la magia, y su donador, desterrado por haberla abandonado y haber sido egoísta, cogió el cayado y montó en él, decidida a seguir el camino que los dioses les habían preparado.
Ahora ambos debían emprender juntos un camino repleto de incertidumbre, peligros y aventuras.
Fin
Mi punto de vista es que fue una maldición, ellos podían otorgar la magia de cualquier manera, el cuerno es lo que los marca como portadores del don. Pues no creo que a los pobres unicornios les hiciera gracia ser perseguidos para poder entregar el don, y solo los que cometen una atrocidad son marcados con un cuerno y perseguidos.
Por fa aunque solo para decirme que no so gusta decidme que os parece.
Es tan solo para saber que tal lo hago, si he mejorado o no.
Las historias contadas de unos a otros hablan de las propiedades mágicas de tan extraordinarios seres. Más en toda criatura, ya sea hermosa, bondadosa, incluso aparentemente inocente, existe un poco de maldad. Es cierto que muchos queramos hacerla desaparecer pero lo máximo que logramos es esconderla y jamás del todo, por lo que tan solo podemos convivir con ella, mantenerla estrechamente vigilada y controlarla para que no surja y haga de las suyas. Los unicornios, criaturas llenas de magia, no son diferentes al resto en ese aspecto y es por ello que estoy aquí, para contaros el porqué de su cuerno.
Hace mucho, mucho tiempo, antes de que los humanos decidieran que los caballos podían formar parte de sus vidas, como algo más que simples criaturas admiradas, una niña decidió incumplir las leyes de sus iguales y tratar por todos los medios de acercarse a uno de ellos. Las leyes de su pueblo dictaban que el bosque estaba prohibido completamente para cualquiera de la raza humana, por ser su habitad preferido.
La pequeña, que había crecido con las historias contadas por su padre sobre los siempre libres e indomables animales, capaces de saltar distancias increíbles, de detectar a los humanos en tan solo unos segundos, pero imposibilitados de comprender cuando se necesitaba su ayuda, siendo meros espectadores cuando su padre cayó fulminado a los pies de uno que se había acercado lo suficiente a la frontera entre el valle y el bosque.
La niña, Ilenia que así se llamaba, habiendo perdido a su padre días atrás, llevándose más por la curiosidad que por la desobediencia, en un principio, caminó entre la línea invisible que separaba ambos mundos, sus paseos fueron diarios y constantes más no contó con suerte y cansada de no localizarlos, al cuarto día, decidió arriesgarse un poco más y en esta ocasión respaldada quizás por la noche y su manto de oscuridad pensó que nadie ni nada la podrían encontrar o pillar en tal infracción, por lo que con ella de aliada, se adentró en el bosque prohibido.
Una vez respaldada por los árboles, caminó con cautela, no había esperado que la oscuridad, además de aliada podía ser traicionera, no veía nada en absoluto por lo que sus pasos era indecisos y más escandalosos de lo que ella hubiese deseado, delatándola ante todas las criaturas que hubiese cerca.
Con lentitud llegó a un hermoso lago en el que la Luna había conseguido esquivar las hojas de los árboles y se había abierto paso para poder iluminarlo. En el centro, un caballo blanco y hermoso se encontraba bebiendo y disfrutando de la cálida luz que la Luna había querido trasmitirle.
La inocente Ilenia dejándose llevar por el hermoso hechizo que la imagen le había trasmitido, con ropa incluida, se adentró en las traicioneras aguas, la pequeña, inocente y confiada, no sabía nadar, de hecho, ni siquiera sospechaba que el agua podía suponer un peligro para ella.
La criatura se percató enseguida de su presencia, más ellos a pesar de tener miedo de los humanos también sentían una inmensa curiosidad, en especial este ejemplar, al cual Ilenia no pudo evitar reconocer como el que estaba presente en la muerte de su padre.
Ilenia con sus ojos cargados de lágrimas y feliz de poder contemplarlo, siguió caminando hacia él sin dudarlo un segundo, sentía que portaba algo de su padre, un poco de su alma quizás, no sabía el qué pero ella sabía, que si se acercaba, podría estar cerca de él un poco más.
El caballo, a pesar de su curiosidad, no deseaba que se le acercara y el miedo pudo más que cualquier otro deseo, por lo que llevado por él, caminó unos pasos alejándose, aún a sabiendas de que el lago era profundo en la zona en la que él se encontraba y que si él podía caminar tranquilamente, era única y exclusivamente porque los dioses Sol y Luna le habían otorgado esos poderes especiales, más a esa niña no.
Si la Luna no intervenía para ayudarla, él no lo haría, no era una criatura divina enviada para ayudar a nadie, sino por el contrario, para ser adorada casi como una divinidad. Es más, él, era consciente de que si la tocaba, sus poderes especiales le serían trasferidos a ella y no estaba dispuesto a traspasar lo que le pertenecía a él por derecho, por nacimiento. Si esa niña estuviese destinada a ellos, la Luna y el Sol la habrían creado como una de los suyos y no como una simple humana.
Lo que el caballo desconocía, era la fuerza que impulsaba a Ilenia a acercarse a él, el deseo de poder ver a su padre una vez más, la sospecha de que solo con tocar uno de sus cabellos podría hacerse con una imagen de su ser más preciado tan nítida y poderosa, que ni el paso del tiempo podría borrar, no como acabaría por suceder con sus pobres recuerdos de simple, pequeña y vulgar humana que no retendría mucho las cosas preciadas que él le había enseñado. Ella necesitaba rozarlo para poder resguardarlos a salvo.
Llevada por esa certeza que la Luna le había trasmitido con su luz, Ilenia siguió caminando sin saber su terrible destino. Poco a poco y sin percatarse, comenzó a ser cubierta por el peligroso manto del agua, ella desconocía el hecho de que si intentaba respirar estando bajo él su cuerpecito, empezando por sus pulmones, se podían inundar e ir impidiendo así que pudiera respirar el aire que les era tan necesario para subsistir.
El hermoso caballo, al ver la escena, se dispuso a marcharse sin intentar acercarse para ayudarla, ya que si lo hacía lo más seguro es que sería desterrado de los suyos y no estaba dispuesto a renunciar a todo por ella. Egoísta, sin duda, pero práctico, para no pasar un futuro tachado de traidor y desterrado.
Ya en la otra orilla del lago decidió girarse para contemplar por última vez a la niña pues, antes de girarse, los ojos negros de ella se habían fijado en los suyos un segundo que bastó para que se le grabaran a él en lo más profundo.
Al hacerlo, se quedó estático al contemplar a nada más y nada menos que la Diosa Luna, con los ojos inundados en lágrimas y con la pequeña niña muerta en sus brazos:
—O criatura inocente de mi amado Sol, criatura curiosa y radiante que tan solo has seguido los designios de una diosa amante de sus propias criaturas. Perdón por tan triste final que te ha brindado uno de los míos.
El caballo algo trastornado se acercó a su diosa dudoso, una vez a su lado agachó la cabeza en gesto de sumisión, al levantar su mirada pero no su cabeza, hacia su diosa esta entendió que le pedía una explicación ante sus crueles palabras para con él:
—¿Aún preguntas criatura?, ¿Aun cuando ves a esta pobre niña inerte en mis brazos, cuando tú, solo tendrías que haberte acercado a ella, para que te agarrara y así poder salvarse de las garras de la muerte?
El caballo acercó su cabeza hacía la mano helada de la niña y seguidamente hacía su diosa:
—Eso no es cierto, criatura mía. Vosotros estáis en este mundo para administrar la magia, para elegir a los que son dignos de recibirla. Vosotros, hijos míos, estabais aquí para otorgar un don, no para propagar muerte como ya has hecho dos veces. —El caballo aun sin comprender pues no era eso lo que le habían inculcado desde su nacimiento, retrocedió unos pasos de ellas asustado por esas palabras.—Nunca preguntasteis, tan solo asumisteis y por ello ahora ella está muerta en mis brazos. Más no es tanto por la ignorancia como por el egoísmo y tú propio bienestar.
El caballo relinchó ferozmente reclamando a su manera el destierro de haberla tocado:
—Más no estarías solo, esta criatura creada por mi amado Sol nunca te habría abandonado. Nunca te habría dejado a tu suerte tal y como tú sí has hecho, más tú pecado es peor que el de otros. Cuando abandonaste al padre no intervine, no podía leer en su corazón las intenciones que lo llevaban a acercarse a ti y por ello te protegí. Más las intenciones de ella eran diferentes y leíbles en sus hermosos ojos, tú mismo debiste poder verlos y aun así los ignoraste por tú propio bien.
Es por ello que serás castigado. Temes el destierro y ese será el castigo infringido por mí, y para que nadie dude de mis designios es que te marcaré como una criatura diferente al resto. Conservarás tu tan preciado don, no te lo quitaré, sin embargo serás condenado a vagar en soledad y perseguido, ya que propagaré que aquel que tenga el cuerno en la frente es el trasmisor de tremendo poder.
El caballo asustado comenzó a correr alejándose así de la niña y de la diosa Luna, pero nunca de su castigo y mientras se alejaba en su frente iba apareciendo el cuerno que acabaría por sellar su destino. Cansado de su carrera y quizás deseoso de perder los ojos negros cargados de ilusión de Ilenia, que se habían grabado en él, regresó al lago.
En este se encontró ni más ni menos que el cuerpo de la pequeña arropado por hermosas flores, curioso se acercó a ella, sin sospechar que ya tenía en su frente el cuerno reflejo de su castigo.
Tal y como la diosa Luna había advertido, en la mente de todas las criaturas que poblaban la tierra y que descansaban en un profundo sueño, gracias a Morfeo, se instaló la creencia de que un hermoso caballo, con un cuerno en la frente, trasmitía un don invaluable y su nombre sería a partir de ese momento Unicornio.
El unicornio, llevado por el remordimiento de lo que había provocado, se acercó a la frente de la pequeña y la rozó con su cuerno. De un momento a otro la respiración
de la niña regresó, una hermosa luz la envolvió y un calor casi ardiente emanaba de su pequeño cuerpo.
Cuando consiguió restablecerse, Ilenia fijó sus ojos en el caballo ante ella quedándose anonadada y no pudo evitar sonreír ladeadamente al apreciar las lágrimas que resbalaban por las mejillas de él.
Alargó su pequeña mano hasta su mejilla y susurró:
—Mi nombre es Ilenia y a partir de ahora yo te protegeré de todos los que te quieran herir o coger. Juntos seguiremos adelante y tan solo aquellos que tú, desees se te acercarán.
El unicornio, agradecido por esas palabras, se acercó a un tronco de madera del suelo y también lo toco con su cuerno, le hizo un gesto a la pequeña para que lo recogiera y después se tumbó en el suelo ofreciéndole a ella subir en él.
Ilenia, sabiéndose salvada de las garras de la muerte, desterrada por desobedecer sus leyes y por ser bendecida con la magia, y su donador, desterrado por haberla abandonado y haber sido egoísta, cogió el cayado y montó en él, decidida a seguir el camino que los dioses les habían preparado.
Ahora ambos debían emprender juntos un camino repleto de incertidumbre, peligros y aventuras.
Fin
Mi punto de vista es que fue una maldición, ellos podían otorgar la magia de cualquier manera, el cuerno es lo que los marca como portadores del don. Pues no creo que a los pobres unicornios les hiciera gracia ser perseguidos para poder entregar el don, y solo los que cometen una atrocidad son marcados con un cuerno y perseguidos.
Por fa aunque solo para decirme que no so gusta decidme que os parece.
Es tan solo para saber que tal lo hago, si he mejorado o no.
Quizá sea ya tarde, pero quiero comentarte que me gusto mucho tú historia, fue muy buena los personajes tienen esa esencia triste pero también dulce, no sé? Es la primera vez que critico un cuento que alguien de verdad inventó. Felicidades! En lo personal, para mi, vas muy bien!
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